viernes, 22 de mayo de 2015

VIRTUD



Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas (Proverbios 31:10).

Me prepararé para entrar en el templo y permanecer pura y digna.
Mis pensamientos y hechos se basarán en elevadas normas morales.

Llena tus pensamientos de virtud, y tu vida se llenará de confianza. (Véase D. y C. 121:45.)
 La virtud “es un modelo de pensamientos y de conducta basados en altas normas morales” 6 , e incluye la castidad y la pureza moral. La virtud comienza en el corazón y en la mente y se nutre en el hogar; es la acumulación de miles de decisiones y de hechos pequeños. La virtud es una palabra que no solemos oír en la sociedad actual, pero la raíz latina virtus significa fuerza. Las mujeres y los hombres virtuosos poseen una apacible dignidad y una fortaleza interior. Ellos tienen confianza porque son dignos de recibir el Espíritu Santo y de ser guiados por Él; el presidente Monson ha aconsejado: “…sean ustedes los que defiendan lo correcto, aunque tengan que estar solos. Tengan el valor moral de ser una luz que los demás sigan. No hay amigo más valioso que su propia conciencia tranquila, su propia pureza moral, y ¡qué glorioso sentimiento es saber que están en el lugar señalado, limpios, y con la confianza de que son dignos de estar allí!
¿Qué puede hacer cada una de ustedes para ser guardiana de la virtud? Ello comienza por creer que pueden marcar la diferencia; empieza con establecer un compromiso.
Ser guardianas de la virtud significa que siempre serán modestas, no sólo en la forma de vestir sino en la forma de hablar, de actuar y en la manera en que utilicen los medios sociales. Ser guardianas de la virtud significa que nunca enviarán mensajes de texto a los jóvenes con palabras o imágenes que les hagan perder el Espíritu, perder el poder del sacerdocio o perder su virtud. Significa que comprenden la importancia de la castidad porque también entienden que su cuerpo es un templo y que no se debe experimentar con los sagrados poderes de la procreación antes del matrimonio. Ustedes comprenden que tienen un poder sagrado que implica la responsabilidad santa de traer otros espíritus a la tierra para que reciban un cuerpo en el cual albergar su espíritu eterno; este poder afectar a otra alma sagrada. Son guardianas de algo “más [precioso] que las piedras preciosas” 8 . Sean fieles. Sean obedientes; prepárense ahora para ser merecedoras de recibir todas las bendiciones que les esperan en los santos templos del Señor.

La importancia del ejemplo

Una de nuestras más importantes responsabilidades como miembros de la Iglesia de Dios es dar un ejemplo apropiado de modestia y virtud. No sólo debemos conservar nuestra mente y cuerpo limpios y puros, sino que debemos demostrar que consideramos sagrados nuestros cuerpos por el modo en que hablamos, por la clase de humor del que disfrutamos y por la literatura que leemos, lo cual es especialmente importante para los padres y para los hijos mayores. Cuando damos un ejemplo adecuado, nuestros hijos o nuestros hermanos y hermanas pueden desarrollar los mismos valores que tenemos y se comportarán tal como nosotros lo hacemos.


INTEGRIDAD





Hasta que muera, no quitaré de mí mi integridad (Job 27:5).

Tendré el valor moral de hacer que mis acciones sean compatibles con el conocimiento que tenga del bien y del mal.

La integridad es el cimiento sobre el cual se edifican el carácter y una vida semejante a la de Cristo. Si en ese cimiento hay fisuras, entonces no soportará el peso de otros atributos propios de Cristo que deben edificarse sobre él. ¿Cómo podemos ser humildes si carecemos de la integridad para reconocer nuestras propias debilidades? ¿Cómo podemos cultivar la caridad hacia los demás si no somos totalmente honrados en nuestros tratos con ellos? ¿Cómo podemos arrepentirnos y ser limpios si sólo le divulgamos al obispo una parte de la verdad? La integridad está a la raíz de toda virtud.

. La integridad no es hacer solamente lo que es lícito, sino aquello que sea moral o vaya de acuerdo con las enseñanzas de Cristo. Quizás sea lícito cometer adulterio, tal vez sea lícito tener relaciones físicas antes del matrimonio, quizás sea lícito decir chismes; pero ninguna de esas acciones es moral ni propia de Cristo. La integridad no es sólo adherirse al código legal; es también adherirse a un código moral más elevado. Todo joven tiene el deber moral de proteger y preservar la virtud de la joven con la que salga, y toda joven tiene el deber moral recíproco hacia su pareja; es una prueba de la integridad de él o de ella. El hombre o la mujer que se esfuerce por tener integridad cultivarán una determinación y una disciplina que trascienden incluso las fuertes pasiones de las emociones físicas. Esa integridad hacia Dios, hacia uno mismo y hacia los demás es lo que los sostiene y les da fortaleza, incluso cuando Satanás desata contra ellos su arsenal de tentaciones morales. El Señor dijo a esa generación: “…levantaré para mí un pueblo puro” (D. y C. 100:16). Dios está contando con que nosotros seamos esa generación.

. La integridad toma decisiones basadas en implicaciones eternas. Una de las mujeres jóvenes de nuestro barrio estaba tomando un examen en la escuela secundaria local. Cuando levantó la vista, vio que una de sus amigas estaba haciendo trampas. Sus miradas se encontraron; avergonzada, la amiga se encogió de hombros y esbozó con los labios las palabras “necesito una buena calificación”. De alguna manera, esa joven había perdido su perspectiva eterna; nuestro destino no son las buenas calificaciones, sino llegar a ser como Dios. ¿De qué sirve ser aceptados a la universidad de más prestigio, si perdemos nuestra exaltación en el proceso? Cada vez que alguien hace trampas, cambia su primogenitura por un guiso de lentejas (véase Génesis 25:29–34). Con su falta de visión, ha optado tener un billete hoy en vez de una riqueza infinita en la vida venidera.


La integridad es dar a conocer toda la verdad y nada más que la verdad. Creo que el Señor puede tolerar nuestras debilidades y errores, siempre que demostremos un deseo y un esfuerzo por arrepentirnos. De eso se trata la Expiación; pero no creo que fácilmente tolere un corazón engañoso o una lengua mentirosa.










BUENAS OBRAS



Por lo tanto, así alumbre vuestra luz delante de este pueblo, de modo que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos (3 Nefi 12:16).

Ayudaré a los demás y edificaré el reino de Dios mediante el servicio honrado.

Durante su ministerio terrenal, Jesucristo dedicó su vida a servir y ayudar a los demás. Los verdaderos discípulos de Jesucristo hacen lo mismo. El Salvador dijo: “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tenéis amor los unos por los otros” (Juan 13:35).
El Salvador recurrió a una parábola para enseñar la importancia del servicio. En dicha parábola, les habló de su regreso a la tierra en gloria y de la separación de justos e inicuos. En la parábola, le dice a los justos: “Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; estuve en la cárcel, y vinisteis a mí” (Mateo 25:34–36).
Los justos, perplejos por esta afirmación, le preguntan: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te sustentamos?, ¿o sediento y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos forastero y te recogimos?, ¿o desnudo y te cubrimos? ¿O cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte?” (Mateo 25:37–39).
Entonces, el Señor les responde: “En cuanto lo hicisteis a uno de éstos, mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis” (Mateo 25:40).
Las oportunidades de servicio al prójimo son ilimitadas. Las palabras y las acciones amables pueden aliviar las cargas y alegrar los corazones. El compartir el Evangelio es un gran servicio con repercusiones eternas. Una clave verdadera para la felicidad consiste en trabajar por la felicidad de los demás.





ELECCIÓN Y RESPONSABILIDAD





Escogeos hoy a quién sirváis;… pero yo y mi casa serviremos a Jehová (Josué 24:15).
Escogeré el bien en lugar del mal y seré responsable de mis decisiones.

Una hija de Dios puede tomar decisiones prudentes y resolver problemas.


¿Qué es el albedrío?
El albedrío es la capacidad y el privilegio que Dios nos da de escoger y actuar por nosotros mismos. El albedrío es esencial en el Plan de Salvación. Sin él no podríamos aprender, ni progresar, ni seguir al Salvador. Con él, somos libres “para escoger la libertad y la vida eterna, por medio del gran Mediador de todos los hombres, o escoger la cautividad y la muerte, según la cautividad y el poder del diablo” (2 Nefi 2:27). Es uno de los dones más grandes que Dios ha dado a Sus hijos.
El albedrío nos permite ser probados para ver si perseveraremos hasta el fin y regresar a nuestro Padre Celestial con honor… El albedrío nos permite tomar decisiones fieles y obedientes que nos fortalezcan para poder elevar y fortalecer a los demás.

Espíritu Santo


El Espíritu Santo es el tercer miembro de la Trinidad. Es un personaje de espíritu, sin un cuerpo de carne y huesos. A menudo se le llama el Espíritu, el Santo Espíritu, el Espíritu de Dios, el Espíritu del Señor o el Consolador.
El Espíritu Santo trabaja en perfecta unión con el Padre Celestial y Jesucristo, y desempeña varias funciones para ayudarnos a vivir en rectitud y recibir las bendiciones del Evangelio.
A medida que nos esforcemos por seguir el sendero que lleva a la vida eterna, el Espíritu Santo nos guiará en nuestras decisiones y nos protegerá de los peligros físicos y espirituales.
Por medio de Él podemos recibir dones del Espíritu que nos beneficien a nosotros y a los que amamos y servimos (véase D. y C. 46:9–11).
El don del Espíritu Santo
Todas las personas que buscan la verdad sinceramente pueden sentir la influencia del Espíritu Santo, guiándoles hacia Jesucristo y Su evangelio. No obstante, la plenitud de las bendiciones que se otorgan mediante el Espíritu Santo está disponible sólo para quienes reciban el don del Espíritu Santo y se conserven dignos.
Después que una persona se bautiza en La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, uno o más poseedores del Sacerdocio de Melquisedec colocan las manos sobre la cabeza de dicha persona y, en una ordenanza sagrada del sacerdocio, la confirman como miembro de la Iglesia. Como parte de esta ordenanza llamada confirmación, a la persona se le otorga el don del Espíritu Santo.


El don del Espíritu Santo es algo distinto de la influencia del Espíritu Santo. Antes del bautismo, toda persona puede sentir la influencia del Espíritu Santo de vez en cuando y recibir un testimonio de la verdad mediante tal influencia. Después de recibir el don del Espíritu Santo, la persona tiene derecho a la compañía constante de dicho miembro de la Trinidad si es que guarda los mandamientos.

jueves, 21 de mayo de 2015

CONOCIMIENTO



“Buscad conocimiento, tanto por el estudio como por la fe” (D. y C. 88:118).
Trataré continuamente de encontrar oportunidades de aprender y de progresar.

“El conocimiento espiritual tiene precedencia sobre todo lo demás. Lo temporal sin la base de lo espiritual es … como una sombra que se desvanece. No tenemos por que limitarnos a escoger uno de los dos … hay oportunidad de adquirir ambos simultáneamente” (The Teachings of Spencer W Kimball, editado por Edward L. Kimball, Salt Lake City: Bookcraft, 1982, pág. 390).

A fin de adquirir conocimiento espiritual y obedecerlo, se debe:
·          
Buscar con humildad la luz. divina.
·          
Ejercer la fe en Jesucristo.
·          
Prestar atención a Sus consejos.
·          
Obedecer Sus mandamientos.
Al ir recibiéndolo, ese conocimiento espiritual debe comprenderse, valorarse, obedecerse, recordarse y ampliarse.
La humildad es esencial para adquirir conocimiento espiritual. El humilde siempre está dispuesto a aprender; la humildad permite que el Espíritu nos enseñe y que recibamos instrucción de las fuentes inspiradas por el Señor, como lo son las Escrituras. Las semillas del progreso y la comprensión germinan en el fértil suelo de la humildad; su fruto es el conocimiento espiritual que te guiara en esta vida y en la venidera.


“El Señor nos da dones; El nos aviva la mente, nos da … un conocimiento tan profundamente arraigado en nuestra alma que … jamás se desarraigará si buscamos la luz … y la comprensión que se nos prometen y que podemos recibir siempre que seamos verídicos y fieles a todo mandamiento y deber que correspondan al Evangelio de Jesucristo” (en “Conference Report”, oct. de 1958, pág. 22).

VALOR INDIVIDUAL



Recordad que el valor de las almas es grande a la vista de Dios (D. y C. 18:10).
Soy de un valor infinito y tengo una misión divina que me empeñaré en cumplir.

Cambiar tu apariencia física o las posesiones materiales puede hacerte sentir mejor por un corto tiempo, pero en verdad no cambia en nada tu valor o tu felicidad eternas. Eso es porque tu valor ya ha sido establecido. El presidente Thomas S. Monson ha enseñado: “Su Padre Celestial las ama, a cada una de ustedes. Ese amor nunca cambia, y en Él no influye su apariencia, sus posesiones ni la cantidad de dinero que tengan en su cuenta bancaria. No lo cambian sus talentos y habilidades… El amor de Dios está allí ya sea que sientan que merezcan amor o no; simplemente siempre está allí” (“Nunca caminamos solos”, Liahona, noviembre de 2013, págs. 123–124). Eres un hijo de Dios; ya tienes un valor infinito, y eso no cambia, por lo que es importante que comprendas cómo reconocer estos mensajes falsos en cuanto a la autoestima y cómo combatirlos con la verdad del Evangelio.

Uno de los grandes problemas de la vida consiste en vencer el sentimiento de que no tenemos importancia, que no somos especiales y únicos. ¿Pensáis acaso que el Padre Celestial mandaría a uno de sus hijos a esta tierra, sin que éste tuviera la posibilidad de una obra significativa que efectuar?…

Fuisteis preservados para venir a la tierra en esta época para un propósito especial; y este privilegio no es solamente para algunos, sino para todos. Hay cosas que cada uno de vosotros tiene que hacer, y nadie las puede hacer tan bien como vosotros; si no os preparáis para hacerlas, no serán hechas. Vuestra misión en la vida es única y particular; por favor, no dejéis que otro tome vuestro lugar porque no podrá cumplirla tan bien como vosotros.

Valor Individual - Conexión SUD


NATURALEZA DIVINA




Sed participes de la naturaleza divina... poniendo toda diligencia... añadid a vuestra fe virtud: a la virtud, conocimiento; al conocimiento, templanza; a la templanza, paciencia, a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. (2 Pedro 1:4-7)

“TODOS LOS SERES HUMANOS, hombres y mujeres, son creados a la imagen de Dios. Cada uno es un amado hijo o hija procreado como espíritu por padres celestiales y, como tal, cada uno tiene una naturaleza y un destino divinos. ” – La familia: Una proclamación para el mundo

“Élder Henry B. Eyring, del Quórum de los Doce Apóstoles, nos cuenta una historia personal tierna que explica este punto de una manera penetrante. Cuando era un adolescente su familia se mudó de un lugar muy cómodo para el joven Elder Eyring a un lugar que no era de su agrado. Él puso mala cara por un tiempo hasta que el Espíritu habló directamente con él acerca de que esto estaba en el plan de Dios y cómo debía proceder. Un día, el Espíritu lo instruyó: “Cuando descubres quién eres, te arrepientes de no haberlo intentado con más firmeza”. Sospecho que esta amonestación espiritual sobre el esfuerzo más diligente es probablemente apropiada para la mayoría de nosotros. El Señor nos guiará en nuestro papel particular si vamos a buscar y seguir su guía. “(Citado por el élder Robert C. Oaks, BYU devocional, ‘Entender quién eres» 21 de marzo de 2006.)



La comprensión de lo que realmente somos, lo que realmente significa, y lo que podemos llegar a ser puede cambiar nuestro rumbo en la vida. Puede afectar cada elección que hacemos, la forma en que tratamos a los demás, y cómo nos vemos a nosotros mismos.
La Familia: Una Proclamación para el Mundo