
Sed participes de la naturaleza
divina... poniendo toda diligencia... añadid a vuestra fe virtud: a la virtud,
conocimiento; al conocimiento, templanza; a la templanza, paciencia, a la
paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor.
(2 Pedro 1:4-7)
“TODOS LOS SERES
HUMANOS, hombres y mujeres, son creados a la imagen de Dios. Cada uno es un
amado hijo o hija procreado como espíritu por padres celestiales y, como tal,
cada uno tiene una naturaleza y un destino divinos. ” – La familia: Una proclamación
para el mundo
“Élder Henry B. Eyring, del Quórum de los Doce Apóstoles, nos cuenta
una historia personal tierna que explica este punto de una manera penetrante.
Cuando era un adolescente su familia se mudó de un lugar muy cómodo para el
joven Elder Eyring a un lugar que no era de su agrado. Él puso mala cara por un
tiempo hasta que el Espíritu habló directamente con él acerca de que esto
estaba en el plan de Dios y cómo debía proceder. Un día, el Espíritu lo
instruyó: “Cuando descubres quién eres, te arrepientes de no haberlo intentado
con más firmeza”. Sospecho que esta amonestación espiritual sobre el esfuerzo
más diligente es probablemente apropiada para la mayoría de nosotros. El Señor
nos guiará en nuestro papel particular si vamos a buscar y seguir su guía.
“(Citado por el élder Robert C. Oaks, BYU devocional, ‘Entender quién eres» 21
de marzo de 2006.)
La comprensión de lo que realmente somos, lo que realmente significa, y
lo que podemos llegar a ser puede cambiar nuestro rumbo en la vida. Puede
afectar cada elección que hacemos, la forma en que tratamos a los demás, y cómo
nos vemos a nosotros mismos.

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